El domingo dejo de fumar. Hoy no. Hoy me he arrastrado hacia acontecimientos que hacían imposible que una persona cuerda deje el hábito que la ha atado a la tierra, la teta inmensa de nicotina que chupa como si el día se acabara ahora.
Me conecto al Adium como siempre, sólo para mirar el correo y permanecer agazapada cual garrapata ciberasocial en modo invisible. Esto te permite saber que la gente que conociste alguna vez no está muerta y poco más. A veces ponen debajo de sus nicks sus estados de ánimo, ligues e incluso te puedes enterar de que han tenido un hijo.
Cómo saqué en claro por el Adium de que Gerard, un antiguo novio, estaba unido sentimentalmente a una uruguaya que escribe poesía an-dregraun, es un poco largo de contar. Pero por Dios, tú, Gerard, que poniendo cara de todos los Clint Eastwood de la vida, de los Jimmys, de los Chulis y de los Botellas, me decías despidiéndote en la estación:
- No te preocupes, nena, yo no soy de novias…
Vale que me creí ese rollo un poco sacado de “Amor obsoleto” y quizás te imaginaba dentro de unos años suplicando en tu soledad *¡Ven, sálvame, acógeme en tus brazos!*
Pero con una uruguaya… ¿de verdad es necesario todo este despliegue?
No, en serio, mañana. Mañana mismo lo dejo.
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